El título de esta entrada responde al nombre de un documental que he encontrado a raíz de un comentario que se produjo en el Fórum de la Energía Sostenible del otro día.
Hay muchos documentos tanto audiovisuales como escritos que tratan esta misma temática pero este me ha resultado especialmente interesante por su producción a modo de testamento planteando una situación ficticia (aunque posible) entorno al año 2055.
La idea que intenta transmitir mediante su planteamiento es la de que el momento del cambio es ahora, que todas las pequeñas medidas individuales son válidas y que no podemos dejar de hacer lo que está en nuestra mano justificando que lo que haga una sola persona nunca será suficiente.
La era de la estupidez from Tyrel Corp on Vimeo.
Explico un poco de qué va, no son spoilers pero si vas a verla mejor sáltatelo.
Año 2055 las altas temperaturas han desencadenado el fin de la humanidad como la concebimos. En un último esfuerzo por preservar nuestra historia, arte y cultura se levanto una gran estructura donde se almacenaron dos animales de cada especie, las obras de arte de todos los museos y servidores con todos los libros digitalizados que alguna vez exisitieron.
Nuestro cicerón en el recorrido temporal de lo sucedido desde hoy día hasta 2055 nos muestra recortes de la historia, de pequeñas historias, a modo de vídeos intentando hacernos entender lo ciegos que estábamos (estamos), lo que pudimos (podemos) haber hecho y todo lo que pasó (está pasando) por no escuchar las advertencias de los que sí eran capaces de anticiparlo.
Una vez más se hace duro atestiguar como cada día que pasa está más cerca ese inevitable final. Algunas ideas y reflexiones que rescato:
- Hay un cierto momento en el que se presentan medidas totalmente lógicas que creo que concuerdan con las del protocolo de Kyoto en las que se habla de la reducción paulatina del consumo de combustibles fósiles de USA, UE, China, India y África hasta el año 2065 en la que su uso sería completamente marginal.
- No les podemos pedir a China e India que intenten desarrollarse como naciones de un modo racional y respetuoso cuando nosotros mismos, testigos de hacia dónde conduce un uso indiscriminado y sin sentido de la energía, seguimos haciendo como que no va con nosotros.
- Los viajes en avión son la mayor penalización individual en emisiones de CO2. Predisponerse a eliminarlos como opción implica un replanteamiento de mentalidad y de movilidad que no veo posible a día de hoy. Nadie es consciente de que sean tan graves sus efectos.
- La cuota de racionamiento de emisiones: no gastarás más de lo que se te permita gastar. Es una medida que funcionaría a no ser porque quien la puede promover está a sueldo de los más interesados en que se siga consumiendo.
- La democracia puso las herramientas de protesta y acción en manos del pueblo. Nosotros como tal quizás no hemos sabido hacer uso de ella y los que nos podían enseñar o actuar de oficio tampoco parecen haber tenido mucho interés. El consumismo nos ha hecho títeres y faltos de criterio. Las grandes compañías con un criterio y una perspectiva más desarrollada y global en lugar de velar por el interés común lo hacen por el propio y rigen el mundo a golpe de talonario.
- Si ha de existir un cambio y una revolución ha de ser desde y por la gente. Es imposible que los que tiene su culo asegurado hagan nada por cambiar un sistema que les favorece.
- Falta mucha pedagogía y concienciación. El tiempo se acaba y las soluciones parecen demasiado embrionarias y carentes de fuerza real. No estamos preparados como especie para actuar ante amenazas a largo plazo.
- La exponencialidad del cambio climático vendrá detonada por el deshielo del permafrost de Siberia. Las glaciaciones permitieron fijar allí el metano existente en la atmósfera, su liberación y efecto invernadero es mucho peor que el del CO2.
Si se te ocurren medidas, acciones o soluciones a estos problemas no dudes en proponerlos. Quizás merecemos perecer como especie puesto que disfrutamos de un alquiler gratuito del planeta Tierra y solemos caer en el error de pensar que hay que salvar el planeta cuando el planeta no corre ningún peligro. Ha superado glaciaciones, deshielos, la caída de meteoritos, el movimiento constante de las placas tectónicas e incluso un Big Bang. Y seguro que seguirá girando cuando el Sol deje de brillar. Nuestra vida como especie es corta y esta nuestra Edad de la Estupidez parece llevarnos inequívocamente a nuestra propia destrucción y desaparición, un final del que algo se oye y se comenta pero del que sólo individualmente podemos hacerle frente desde la inteligencia, el criterio, la formación y la acción.