¿Tiene sentido perseguir el éxito? El plan B.

Es una pregunta cuya respuesta es complicada pero, incluso antes de llegar a ese punto, hay que hacer una pequeña explicación previa del significado de la misma.

success

¿Qué es el éxito?

Este es el auténtico quid de la cuestión. Creo que tengo claro que es algo que todos anhelamos, algo que en su consecución reconforta y que es reconocido por el valor que aporta tanto a nosotros como a los demás y las intrínsecas correlaciones positivas entre lo uno y lo otro. Creo que tengo claro que no es algo estático ni permanente, ni siquiera el camino para conseguirlo es igual para todas las personas.

En mi caso el éxito es un estado suma de varias facetas: mental, físico, social, sentimental y laboral (seguro que me dejo algo). Aquí entra el concepto clásico de la Pirámide de Maslow en el que en su parte baja, los cimientos de toda persona, están primordialmente las necesidades fisiológicas: comer (beber y respirar), sexo y homeostasis (que no me duela nada). Personalmente estoy cubierto, no tengo queja de momento.

De hecho quizás estoy demasiado saciado del primer elemento: no tengo necesidad ni urgencia de comida ni bebida (ni por suerte de aire para respirar). Este factor es el que provoca que nuestra herencia y genética nómada entre en conflicto con nuestra época de abundancia y por eso la aparición de tantas enfermedades modernas a raíz de nuestro cambio de estilo de vida. Todo ello es un grito de atención en contra de una serie de hábitos que no nos hacen ningún bien. Es debido a esto mi inclinación hacia un estilo de vida y alimenticio paleo y una voluntad (no siempre conseguida) de una vida física activa. Pero esto es para otro artículo…

Si seguimos escalando la Pirámide de Maslow, todo lo demás, desde mi humilde punto de vista, son caprichos. Caprichos que se han establecido cuando las necesidades están cubiertas y nos sobran recursos para malgastar.

Éxito profesional

Uno de mis caprichos anclados en mi cerebro hasta la médula es la de tener cierta seguridad, estabilidad y realización profesional a nivel laboral. Por si fuera poco, a una persona cubierta, se le añade una formación universitaria por partida doble, una capacidad y voluntad creativa notable y unas aspiraciones fundamentadas en las promesas que nos hizo la generación pasada por la que:

Si estudias, tendrás un buen futuro y serás alguien en la vida.

Ese futuro es en realidad una crisis del copón en la que la sociedad (a nivel laboral) y el tejido empresarial nos rechaza incluso por ser excesivamente competentes y estar demasiado formados, situación contra la cual chocan frontalmente nuestras aspiraciones, nuestra propia opinión de nosotros mismos y nuestras capacidades.

Mis dos carreras me facultan pero no me abren ninguna puerta, con suerte no me la cierra (aunque me ha pasado de todo). Por lo tanto y ya cerca de los 34 y después de dar vueltas buscando un lugar donde encajar, desde hace un tiempo la propuesta es radicalmente opuesta: ya que no hay un sitio para mí en el mercado hacer que el mercado se amolde a mí.

Esto es mucho más sencillo de hacer que de decir porque implica un esfuerzo, una perseverancia y una capacidad de afrontar esa rompedora apuesta con dinero y energía que no siempre es posible. El éxito no está garantizado pero si no se intenta lo que sí está garantizado es el fracaso.

Opciones de éxito

Me pongo a pensar en esta época de crisis y todo el talento potencial de muchas personas que me rodean (y el mío propio (el que creo que tengo)) y creo vislumbrar que de forma general la sociedad debe emprender (para otro día queda hablar de las trabas cuando uno se decide a agarrarse los machos). Cuando hablas de masa parece sencillo pero cuando hablas de individuos eso es mucho más difícil. Tengo dos ejemplos antagonistas en planteamiento de lo que para mí es el éxito:

  • Una persona que asume su trabajo como una ocupación semanal de 40 horas, un suelo a cambio de un tiempo y unas obligaciones que le permiten llevar la vida que él/ella quiere.
  • Una persona que antepone su realización personal a un sueldo y que arriesga su estabilidad económica, tiempo y energía a cambio de hacer algo que le gusta y apasiona, conviertiendo su trabajo en su vida y viceversa.

La opción (a) es mucho más tradicional en el sentido de que es lo que han hecho nuestros padres y, de algún modo, lo que tendríamos que haber conseguido nosotros si no fuera por este cambio de timón provocado por la crisis. La opción (b), que empieza a ser más común que hace unos años, se revela un poco contra el conformismo y propone trabajar mucho (mucho esfuerzo, muchas horas, sin horarios) en algo que nos gusta hasta ser tan buen haciéndolo que nos reporte un sustento económico.

A igualdad de retorno, la opción (b) es mucho mejor ya que impide la frustración y anima a una vida laboral mucho más proactiva por lo que podríamos ver que esta «crisis» como una oportunidad (crisistunidad según Homer Simpson). El problema grave no es sólo de decisión o actitud sino en poder lidiar con esa travesía en el desierto hasta que alguien sepa apreciar las capacidades y el trabajo desarrollado por una persona que se ha arriesgado a la opción (b).

Me viene como anillo al dedo este video de Hanna Kanjaa en el que habla de su definición de mediocridad (como antagonismo al éxito) y mezquindad (para los que no sólo no lo intentan sino que se ríen del que se tropieza).

Conclusión

No se le puede exigir a nadie que consiga el éxito pero sí que lo persiga. Si esta búsqueda transcurre haciendo algo que le apasiona, sin duda ya está teniendo éxito y que sea capaz de monetizarlo es cuestión de perseverancia, esfuerzo, visión, adaptabilidad y buscar activamente ese pellizco de suerte. El éxito no debería valorarse únicamente económicamente, que es la manera que tiene la sociedad capitalista de reconocer positivamente un servicio o producto, sino también en el bienestar intrínseco de la persona que lo realiza.

En el próximo artículo intentaré comentar un poco mis ideas laborales, mis planes fracasados y mis proyectos de futuro desde que he asumido como propio este cambio de paradigma.

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