La última vez que pasé por aquí comentaba las maneras que veo viables hoy en día de enfocar una vida para tener un éxito a nivel profesional. La parte clave fue definir qué es el éxito en sí mismo y si tiene sentido tal cual lo entendemos en la sociedad actual o quizás hay que redefinirlo. En mi caso el éxito es esencialmente hacer algo que me guste hacer, hacerlo bien y que eso me reporte el suficiente dinero para vivir dignamente.
La generación a la que pertenezco ha crecido (y está) muy condicionada por aspectos que hacen que esa máxima que he expuesto no esté excesivamente clara, al menos para mí no lo ha estado durante mucho tiempo. Empezaremos a nombrar algunos de los agentes malignos que nublan nuestra vista:
- Sociedad con raíces profundamente religiosas cristianas: hablar de dinero se nos hace incómodo, los temas sexuales siguen pareciendo tabú, hay que poner la otra mejilla y hay cierta tendencia masoquista puesto que la redención se consigue mediante el sufrimiento. Falta de propósito y sobretodo existe mucho miedo lo que conduce a la parálisis por análisis.
- Expectativas elevadas de la anterior generación en la educación: nuestros padres, frustrados por no haber podido estudiar, valoraban sobre todas las cosas el ofrecer la buena formación que ellos no tuvieron como recurso y herramienta para «ser alguien en la vida» y «tener un buen sueldo». La voluntad era buena pero alguien nos tomó el pelo a todos por el camino.
- Un sistema educativo diseñado en la Revolución Industrial: hace más de 200 años las personas se educaban para ser parte de un engranaje en una cadena de producción donde la meta era la máxima productividad. No hay sitio para la espontaneidad ni la creatividad así que llegados a una época de crisis, un sector de i+D purgado por el gobierno y una asquerosa falta de respeto por la propiedad intelectual, ¿quién puede y se atreve a proponer ideas nuevas?
- Sociedad profundamente consumista: valores alterados, poco que explicar en este punto que no sea rotundamente obvio.
Continúa leyendo De «volveré a equivocarme» a «soy un súper héroe»