El pasado 1 de abril de 2011, el Ministerio de Fomento presentó de la mano de José Blanco el Plan de Ahorro y Eficiencia Energética y Reducción de Emisiones en el Transporte y la Vivienda. Quizás es un poco presuntuoso intentar resumir y analizar esta clase de documentos desde mi perspectiva de proyectista y futuro titulado pero voy a intentarlo centrándome casi exclusivamente en el tema de la edificación.
La primera declaración importante que nos encontramos es la política estatal de que cualquier país (como en este caso España) tiene tres prioridades a nivel energético:
- asegurar el suministro
- asegurar la competitividad
- asegurar la sostenibilidad ambiental (desde el Protocolo de Kyoto)
Se prevé que en aquí al 2050 los países miembros de la OCDE apenas aumenten su gasto mientras que el resto con Brasil, Rusia, India y China a la cabeza serán responsable del 93% del aumento a un ritmo del 1,4% anual hasta un total acumulado del 47% sobre el consumo mundial actual.
En este contexto, y ante la aceptación de que los países emergentes crecerán económicamente para mejorar el bienestar de sus ciudadanos, al igual que nosotros lo hemos hecho a lo largo del siglo XX, es difícil exigir reducciones en el consumo de energía y en la emisión de CO2, lo cual les ocasionaría costes adicionales y reduciría su crecimiento. Por tanto, el reto y la responsabilidad de los países de la OCDE, en general, y de la UE en particular, es el de dar ejemplo, en primer lugar, además el de ser capaces de desarrollar tecnologías no emisoras de CO2 que puedan competir en coste y seguridad de suministro con las tecnologías convencionales. De ahí que sea tan importante, impulsar políticas de ahorro y eficiencia energética y de apoyo a las energías renovables.
Estoy ligeramente en desacuerdo sobre esa afirmación en la que se justifica el crecimiento no sostenible de estas sociedades emergentes con el argumento de que nosotros también lo hicimos mal en su momento. No sé de qué manera (si es que legalmente existe) cabría hacer cambiar las políticas internas y decisiones de estos países para fundamentar su mejora en sistemas más respetuosos. De ahí el reto y el desafío de los países miembros en invertir en I+D+I y pregonar con el ejemplo.
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