Domingo, 9 de Octubre de 2005… Son las 3:15 de la mañana y el despertador está sonando… ¡Nos vamos a París!
A las 6:00 sale nuestro avión. Todavía no me lo creo… Me hace muchísima ilusión. Además de ser un viaje muy esperado por todos (David, Sergio y yo obviamente). Toda la familia está en pie menos mi hermano David. El pobre no debe hacer mucho que ha llegado a casa aunque tardó poco en despertarse para despedirse de nosotros.
Recogemos cuatro cosas que nos quedan por meter en las mochilas y salimos dirección a El Prat de Llobregat. En el coche solo se oye la emisora de radio que mi padre lleva puesta. Todos vamos callados: unos por sueño, otros por nervios y algunos por ambas cosas. No se por qué pero siempre que voy de viaje tengo la sensación que me olvido algo y esta vez no iba a ser menos…
Por fin llegamos al aeropuerto. A las 4:10 de la mañana ya habíamos facturado el equipaje. Embarcábamos a las 5:30 horas por la puerta 52 así que nos sentamos en un banco a esperar. Cada vez los nervios nos invaden y se adueñan de nosotros más y más. Sergio está especialmente nervioso porque nunca ha estado una semana fuera de casa sin nuestros padres, porque está loquito por ir a Disneyland y porque nunca ha montado en avión. David y yo estamos muy pendientes de todas sus reacciones. Es genial.
Llegan las 5:15 y subimos a la planta superior de la terminal y nos despedimos de los papas. Tenemos que dejar los objetos personales en una bandeja, enseñar las mochilas y pasar por el detector de metales. Ningún problema.
Según avanzamos, vemos al fondo a mis padres que no se mueven de allí, contemplando como sus niños se van a París…
Recorrimos toda la terminal y llegamos a la puerta por la que embarcaban los pasajeros con destino a París. Nos sentamos en la tercera fila, en los asientos 3D (David), 3F (Sandra) y 3E (Sergio). Éste último es el asiento con ventana para que pueda disfrutar (por primera vez) de las espectaculares vistas. Está muy nervioso. No sé qué piensa que es ir en avión.
Nada más sentarse se apreta el cinturón de seguridad todo lo que puede, me coge la mano y me pide que no le suelte. Mientras el avión acelera, nos va haciendo preguntas sobre las sensaciones que se tienen cuando despega. Antes de que nos demos cuenta ya estamos volando y ni siquiera se ha dado cuenta. Poco a poco se va relajando y empieza a disfrutar del viaje. Las vistas son espectaculares…
Tras algunas cabezaditas, llegamos al aeropuerto Charles de Gaulle. Al bajar del avión tomamos un autobús para llegara la zona donde recogeremos las maletas. Hace un frío… Ya con las maletas en nuestro poder nos dirigimos a la ventanilla de información para comprobar los horarios de los autocares que van a Disneyland Resort Paris. A las 8:30 h pasa uno, así que a las 8:20 h ya estamos allí esperando el autocar.
Hay una cola enorme… Unas 30 personas delante nuestro. A las 8:40 aparece el autocar pero, por problemas técnicos, no podemos subir y hemos de esperar a que vuelva éste una vez esté reparado. No tarda demasiado. A las 9:00 h ya estábamos subiendo. Puesto que éramos de los últimos y apenas habái sitios libres, tuvimos que sentarnos por separado. Por un lado David y por otro Sergio y yo.
Tras media hora aproximadamente llegábamos a Disneyland. Qué preciosidad! El autocar iba haciendo paradas en los diferentes hoteles. El primero era el New Port Hotel. Era en colores blancos y azules, un hotel enorme y precioso, con un aspecto marinero encantador. Pasamos por delante de siete u ocho hoteles ,y por fin, la última parada fue en el Disneyland Hotel. Solo se puede decir una cosa… IMPRESIONANTE.

Nos quedamos boquiabiertos al bajar del autocar y ver toda esa magia junta… Era el paraíso…
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